Cúpulas y evangelistas

¿Sabes cuántas cúpulas hay en nuestra iglesia? Vamos a zambullirnos en el profundo significado que encierran y, de paso, descubrir algunas cosas que, seguramente, no sabías.
Las cúpulas no sólo dan altura y belleza a un conjunto arquitectónico; también señalan lugares principales o relevantes dentro de un edificio. Además, en la tradición cristiana, asume un significado teológico de gran trascendencia. Estos tres elementos -la belleza, la relevancia de un espacio y el significado teológico— están presentes en nuestro templo parroquial.

Cúpula en el crucero del templo.
En el crucero de la nave central se levanta la cúpula principal del templo. Desde el exterior, la imagen de un tambor ochavado mucho más ancho que alto, le da un aspecto más bien chato, como aplastado. Los 12 vanos rectangulares del octógono (3 por lado), de mucho menor tamaño que las vidrieras del resto del templo —que son circulares o de medio punto— le dan excesiva horizontalidad, y el aspecto de torreta defensiva. El remate de la linterna es el único toque de verticalidad que le da un poco más de gracia. Remata esa sensación general de achatamiento la presencia de la imponente y esbelta torre del campanario, que se eleva orgullosa con su gran chapitel que llega a los 50 metros. En resumen: no llama excesivamente la atención.

Pero al entrar en el interior de la iglesia, el impacto visual de los enormes evangelistas pintados por Manuel Ortega en las pechinas, anuncian una cúpula insospechadamente esbelta, bella y proporcionada. Ignacio Fiter diseñó una cúpula semiesférica, sobre pechinas, con lunetos en los ventanales, y una linterna. Inimaginable desde el exterior. Los 12 ventanales rectangulares del exterior, en el interior quedan encajados en unos lunetos radiales que le dan un efecto similar al de algunas cúpulas bizantinas, como Santa Sofía. El efecto visual es absolutamente increíble. Una cornisa en yeso de gran dimensión, simulando los aleros volados de todo el templo, separa la cúpula de las pechinas. La sobriedad de la pintura monocolor del interior de la cúpula le resta sensación de altitud y, al mismo tiempo, centra la mirada del espectador en los evangelistas de las pechinas: sus grandes dimensiones reducen visualmente la amplitud del crucero de la iglesia.

La cúpula es símbolo del cielo, de las realidades divinas y sobrenaturales que un día veremos y contemplaremos cara a cara. Para verla hay que levantar la cabeza, ayudándonos a comprender que nuestra vocación es mirar a lo alto: el hombre está llamado a la trascendencia. Es profecía de la perfección, de la plenitud, simbolizada en el círculo y, sobre todo, en la esfera (en este caso, media esfera) que forma la cúpula. Y la síntesis de la plenitud es Cristo Pantocrator (Todopoderoso), Señor de cielo y tierra. La Iglesia camina hacia esa plenitud de vida en el Reino de Dios, en la nueva creación. La fe que profesa y celebra en la divina liturgia se cimienta sobre la roca del testimonio apostólico, que queda plasmado por escrito de modo inigualable en los cuatro evangelios: son el cimiento de la fe, el corazón de toda la Sagrada Escritura, los cuatro testimonios de Cristo, el Viviente, la fuente de la que bebe la comunidad cristiana. Sostienen la cúpula, porque para llegar a ella (al Cielo), hay que pasar por ellos, que son la plenitud de la Revelación de Dios: la fe en Jesús como el Cristo, el Mesías, es la puerta de la plenitud.

Otros elementos teológicos preciosos: las 12 vidrieras aluden a los doce apóstoles, que son el fundamento de la Tradición, sobre la que se cimienta la Iglesia; pero también alude a las 12 tribus de Israel. Encontramos un simbolismo de la unidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento, cuya unión la realiza Cristo: da plenitud al Antiguo, fundando el Reino de Dios en unas novedosas 12 tribus que le dan la catolicidad a su Iglesia.
El aspecto exterior de la cúpula es más bien feo. Pero no su simbolismo: el octógono es símbolo de la plenitud. El Génesis narra la creación del mundo en 7 días. El octavo día es el de la nueva creación: el día de la Resurrección de Cristo. Ese octógono exterior indica que bajo ese lugar, se celebra en la divina liturgia todos los días ese octavo día, hasta que llegue a su plenitud en la segunda venida del Señor.
En algunas iglesias, como por ejemplo el Vaticano, el altar ocupa el centro mismo de la iglesia: la vertical desde la cúpula (desde la linterna) coincide con el altar y, en ese caso, la tumba de san Pedro. En la Almudena, sucede lo mismo: el altar queda en el eje central de la cúpula. Esta verticalidad simboliza la gracia que llueve del cielo: el Espíritu Santo desciende en cada celebración eucarística en el momento de la epíclesis. Es el lugar donde algunos recibimos el don del sacerdocio por el Paráclito que por la cúpula descendió.
En este sentido, la cúpula señala el centro de la iglesia. Nuestra parroquia no tiene el altar bajo ese eje, pero se ha señalado con una pieza con la que seguro que más de una vez has tropezado. No es un olvido que alguien no quitó en las obras: señala el centro del templo, el «omphalos», que en griego significa «centro», «ombligo». Además, si no te habías dado cuenta, las baldosas de la iglesia forman una gigantesca cruz , cuyo centro es esa pieza. Simboliza la cabeza y el corazón de Cristo, que es el corazón y el centro de la Iglesia.

Capilla del Santísimo
En el proyecto de Ignacio Fiter, una gran cúpula ovalada señalaba el lugar del tabernáculo, destinado a la adoración de la Presencia, la capilla del Santísimo. Pero cuando accedes a ese espacio, no te encuentras una cúpula, sino dos. Y es que, en un principio, la cúpula menor, que queda justo encima del sagrario, señalaba en realidad la capilla bautismal: hay dos cúpulas porque el arquitecto diseñó dos capillas distintas. La cúpula grande y ovalada era la destinada al Santísimo; la pequeña, ligeramente ovalada, señalaba el baptisterio. Finalmente, se quitó una pared y se unieron ambas cúpulas en un único espacio. El interior de ambas cúpulas cuenta con más detalles decorativos. Se trata de dos cúpulas sobre pechinas, rematadas por una linterna. La cúpula del presbiterio cuenta con tres óculos: uno ciego y otros dos con vidrieras con motivos eucarísticos.

La foto anterior es la cúpula ovalada, originalmente dedicada a la Capilla del Santísimo. La foto de aquí debajo cubría la capilla bautismal, que finalmente se unió a la Capilla del Santísimo.

En el caso de estas cúpulas, convencen tanto desde en interior como desde el exterior. Sus menores proporciones y su esbeltez las convierte en el rincón arquitectónico más logrado de todo el complejo parroquial. Y si añadimos que están custodiadas por la torre de la iglesia, el resultado alegra la vista a cualquiera: